Atopia; ¿de que se trata?



Atopia es una palabra que define un estado de nuestro sistema inmunológico; este sistema produce una reacción de tipo alérgico en la que nuestros anticuerpos, por acción de determinadas sustancias presentes en el ambiente, reaccionan contra ellas produciendo lesiones en la piel y mucosas y aumento de esos anticuerpos en la sangre del paciente.

Podría simplificarse diciendo que en realidad es una manera de ser de nuestro organismo, generalmente de clara predisposición familiar, ya que el paciente tiene antecedentes en su familia de alergia en los padres o hermanos (rinitis, asma, eccema de la piel, etc..) y además presenta algún síntoma de enfermedad alérgica (rinitis, asma, eccema o piel exageradamente seca).

Si se realiza una serología (analítica de sangre), tendrá la IgE (la inmunoglobulina E, un anticuerpo) en la sangre elevada para su edad.
En estos casos las pruebas cutáneas de alergia con alergenos habituales suelen ser positivas.
Las pruebas más habituales se realizan a ácaros del polvo doméstico, pólenes, epitelios de animales domésticos (Gato, Perro, Caballo, hámster conejos, cobayas) y a alimentos (huevo, leche, pescados, frutas y frutos secos).

Normalmente los primeros síntomas de un atópico suelen ser el eccema de lactante, que aparece en forma de lesiones rojas y secas en brazos, y piernas (generalmente en las flexuras de las extremidades) y en la cara. Después pueden aparecer reacciones alérgicas al huevo o leche.

A partir de los 2-3 años puede debutar con asma, y rinitis.

Con la pubertad suelen mejorar estos síntomas y quedarse con una manifestación menor, como una rinoconjuntivitis por alergia al polen.

Hay algunos factores que nos indican que su evolución puede ser peor (no ciertos al 100 %), como:
- Tener una clara historia familiar de atopias.
- Sufrir de alergias alimentarias.
- Estar asociado a asma.



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