Hepatitis vírica; información general



La hepatitis vírica es una inflamación del hígado producida por una serie de virus. Habitualmente cursan de forma aguda resolviéndose en semanas o unos meses. Algunos casos, dependiendo del tipo de virus, pueden evolucionar hacia la forma crónica.
Hay varios tipos de hepatitis causadas por los denominados virus de la hepatitis  (A, B, C, D y E). También pueden darse por otros virus que en su cortejo sintomático afecten al hígado como el del Epstein-Barr (causante de la mononucleosis), el varicela-zoster, el citomegalovirus…).
Uno son más frecuentes que otros. También pueden causar diferentes tipos de hepatitis y variar en gravedad.

La hepatitis aguda más frecuente es la causada por el virus A, ya que afecta a los jóvenes y niños. Su frecuencia es tal que a los 20 años más del 90% de la población suele tener anticuerpos frente a este virus, indicando que ya se ha pasado esa infección, y que el paciente es inmune de por vida.
La hepatitis A, se transmite con facilidad por vía oral, sobre todo a través de las aguas contaminadas por materias fecales, ya que el virus se elimina por las heces de los pacientes que sufren la enfermedad.

La hepatitis B también es muy frecuente, y se transmite sobre todo por vía parenteral, a través de transfusiones o utilización de material contaminado por este virus previamente. El ejemplo típico sería el pinchazo accidental durante una intervención quirúrgica.
También es frecuente su transmisión a través de las relaciones sexuales sobre todo en países subdesarrollados. El preservativo previene de su infecciónPuede ser transmitida de la madre infectada por el virus de la hepatitis B al hijo durante el parto.

En el caso de la hepatitis C, se desconoce en un gran número de casos su forma de transmisión, pero puede ser transmitida por vía parenteral a través de transfusiones, pinchazos, etc… También puede transmitirse por vía sexual aunque con mucho menor facilidad que la hepatitis B. en el momento del parto puede transmitirse al recién nacido.

La hepatitis D, se transmite de forma similar a la hepatitis B, aunque ésta más unida al uso de drogas por vía intravenosa o transfusiones de sangre. El virus D necesita del virus de la hepatitis B para desarrollarse, por lo que cursa asociada a este virus.

La hepatitis E se transmite de forma similar a la hepatitis A, por eliminación de virus por las heces y contaminación de las aguas por estas, que luego se utilizará para lavar la comida e incluso beberla (se denomina transmisión por vía fecal-oral).
Por ello, se puede manifestar tanto en forma de casos aislados como en forma de brotes epidémicos, sobre todo en países en vías de desarrollo, donde se considera endémica (enfermedad presente constantemente en una zona).
En embarazadas, se puede transmitir al hijo produciendo cuadros de hepatitis en el recién nacido.
También se encuentra en animales (sobre todo cerdos), que pueden transmitirla con sus defecaciones al hombre.

En todas ellas los síntomas son variables, ya que pueden ir desde ser totalmente asintomáticas (típico de la hepatitis C) y descubrirse en analíticas que se hagan posteriormente por otra causa, hasta dar un cuadro similar a una gripe. En algunos casos los pacientes presentan náuseas, vómitos, diarrea, cansancio, fiebre moderada…
Si aparece ictericia (coloración amarillenta de la mucosas y de la piel) el diagnóstico es mucho más fácil, ya que hace sospechar la enfermedad. Al eliminarse el exceso de bilirrubina por la orina, esta se oscurece y las heces suelen ser blanquecinas.

Cuando se sospecha el diagnóstico, las pruebas de laboratorio confirman la enfermedad al revelarnos un aumento de la transaminasas (enzimas hepáticas que aparecen en la sangre al destruirse las células hepáticas). Una vez diagnosticada la hepatitis es conveniente hacer una serología para ver de virus concreto se trata, ya que la evolución y el pronóstico es diferente según cual sea.

Habitualmente la evolución es hacia la curación total, aunque en algunos casos puede quedar una hepatitis crónica (excepto la hepatitis C que se cronifica en un porcentaje elevado). Es excepcional que la evolución sea fulminante y acabe con la vida del enfermo, aunque puede darse.

No existe un tratamiento efectivo para la infección aguda, por lo que es recomendable la vacunación preventiva que evite pasarlas.
Dado su alto índice de cronicidad se utiliza tratamiento antiviral en los casos de hepatitis C, ya que suele ser bastante efectivo.



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